CONFESIONES DE LA PELOTA
Daniel Lagares
«Deciles que mejoren los contratos, si no se va todo al carajo», cuenta Daniel Lagares que le gritó una vez Julio Grondona, como si él (periodista de Clarín) fuera Héctor Magnetto.
De pibe, Lagares se sintió casi jugador de Estudiantes de La Plata, porque el que sacaba de un bolso las camisetas en los picados de la General Paz era nada menos que Osvaldo Zubeldía.
Años de bautismo en la cancha con papá y su mano que se soltó para abrazar al vecino: primer gol. Años en los que los hinchas de Boca gritaban goles de Paulo Valentim, los de Huracán de Araquem de Melo y los de Racing de Machado Da Silva. Invasión de brasileños.
A los recuerdos, claro, hay que saber contarlos. Y Lagares, ya periodista, comenzó a decirnos que Ricardo Bochini tenía bisturíes en lugar de botines. Y que César Menotti le confesó que fumaba por miedo. Y un pibe llamado Leo Messi que quería jugar al menos un minuto en la Selección.
Lagares ama la frase de García Márquez de que el periodismo es el mejor oficio del mundo. Leyéndolo, creo que Gabo tenía razón.
Contratapa de Ezequiel Fernández Moores