EL NAPOLI DE MARADONA: EL PRIMER SCUDETTO
Marco Bellinazzo
Entre las temporadas de 1986 y 1987, la parábola deportiva de Diego Armando Maradona alcanza su máximo apogeo: desde la victoria en el Mundial mexicano hasta el primer Scudetto obsequiado al Napoli, transcurren menos de 11 meses. Gracias a sus proezas y al sentido político de aquellas hazañas, en ese lapso se convierte en el futbolista más poderoso de la historia.
Los goles marcados contra Inglaterra y la conquista de la Serie A -en esa época, el campeonato más bello y más difícil- representan la catarsis de dos pueblos: el argentino y el napolitano. Dos pueblos unidos por las humillaciones padecidas en las últimas décadas y también enlazados por haberse identificado con una lucha por la liberación conducida por el Diez. Para Maradona, el invaluable escenario del fútbol resultó el territorio de su rebelión, el tiempo de su valentia y el campo social de sus victorias.
El fútbol de Diego ha sido una obra de arte y, por lo tanto, un acto político. No es casual que haya sido tan amado por los hinchas como hostigado por las instituciones, como por ejemplo el fisco italiano que lo persiguió hasta su muerte reclamando un dinero que no le correspondía (como reconoce una sentencia emitida por el máximo órgano de justicia italiana, luego de la partida de Maradona). La última victoria del Pibe de Oro.