HABÍA UNA VEZ MARADONA: SER EL DIEGO INHUMANUM EST
Rodolfo Braceli
Opinó Héctor Tizón, de puño y letra: Leí «De fútbol somos; hace mucho tiempo un libro no me atrapaba tanto. Yo tenía una opinión (de rechazo) semejante a la del querido Antonio Di Benedetto, opinión que ante mi perplejidad y asombro- ha comenzado a variar. Es que, quizá, el fútbol en este libro de Braceli no es más que un gran pretexto -válido y digno- para meditar con hondura (y sobre todo con gracia) sobre lo esencial de nuestra vida. Su excelente prosa es un raro ejemplo de antisolemnidad y hondura».
Lo dijo Di Benedetto, en carta al editor Hugo Levín: «Braceli como escritor está brotado de creación. Inventa a partir del lenguaje y las situaciones. Tiene reflexión y pensamientos propios y y originales. Arrolla al lector (posee un extraordinario don de comunicación, emociona sin hacer gestiones para emocionar). Conspira (contra la asfixia). Es un talento».
Tizón y Di Benedetto detestaron el fútbol, hasta que fueron encantados por Braceli. A su Había una vez Maradona lo viene amasando desde los años ’80. Braceli abre con una confesión asombrosa; y avanza: maestro en el arte de disolver los límites de los géneros, narra las peripecias de un supremo Dios que no logra domar sus celos. Atraviesa reportajes y cuentos que van revelando a un Diego que emerge en sucesivas ficciones, desde aquel niño que se coló entre los pasajeros del Arca de Noé, hasta el Diego que presiente sus palabras últimas.
Atrevido adivinador, Braceli imagina a la Pierina, la partera del 10. Reflexión, crónica, reportaje, encuentros ilusorios con Oreste Corbatta y Charly García, humor, y, siempre, la poesía, al acecho. Todo, al compás del delirio, como única posibilidad «de empatarle a la realidad maradoneana, siempre inapresable».
