LA HISTORIA DE MANU GINÓBILI KIDS
Hugo Montero – Vanesa Jalil
En ocasiones, las cosas no resultan sencillas. No todos nacen para ser estrellas, ni tienen tanta habilidad para un deporte que se destacan de inmediato, desde pibes. A veces, muchos fenómenos surgen a partir del esfuerzo, de una mentalidad particular, de no bajonearse cuando las cosas salen mal, de nunca darse por vencido. Porque se aprende a ganar y también a perder, y a empezar de cero.
Ese es el caso de Manu Ginóbili, el protagonista de esta historia. No era ni tan alto ni su físico parecía ayudarlo en su deseo de dedicarse a jugar al básquet, pero nunca se resignó. Manu quería ser jugador profesional y soñaba con integrar la selección argentina; entonces se puso a trabajar: entrenaba, corría, hacía ejercicio, se cuidaba en su alimentación, aprendía de sus errores y de sus rivales, se caía una y mil veces y siempre se volvía a levantar. Hasta que un día, esa zurda mágica lo llevó a lo más alto: a integrar el equipo argentino con sus amigos y a ganar una medalla de oro y otra de bronce. A ser figura y ganar cuatro campeonatos en la mejor liga del mundo: la NBA.
A seguir jugando hasta hoy, con cuarenta años, con el mismo deseo de siempre. Y en todo momento, sabiendo que el equipo es lo más importante, que ayudar a un compañero es ayudarse a uno mismo, que las individualidades no ganan títulos y que la inteligencia y la mentalidad son herramientas muy valiosas en el deporte y en la vida. Por todas estas razones, Manu Ginóbili es nuestro aventurero del deporte. Porque, a veces, los genios tardan en aparecer, o emergen a partir del esfuerzo silencioso de todos los días.