SUCIAS DE CAUCHO

Varias autoras

Diez mujeres juegan al fútbol. Sus cuentos, al ser ficciones, no están conectados entre sí desde la trama, pero sí sus personajes. Once mujeres juegan al fútbol una vez por semana. Cinco contra cinco. Con saña unas veces. Con pasión otras. Una las dirige desde afuera, a los gritos, dejando la garganta en la cancha y al peor estilo bilardista. De esta forma el libro construye un sentido “coral”.

Mujeres que eligen la vida en el colectivo de la literatura y el fútbol. Que no renuncian a su individualidad cuando tienen la pelota cerca del empeine o la línea de pensamiento de la escritura, pero se piensan juntas, en el triunfo o la derrota de un partido y en la ilusión de contar su experiencia. Como si fueran puestos distintos distribuidos en la cancha, cada cual elige su juego.

Una se descuelga inflada de erotismo en una acción plena de riesgos, otra controla el equilibrio de la puesta. Una jugada en la puerta del arco tiene la emoción de una frase que sale redonda. Juegan y escriben. Desafían y gozan. Miran desde el fondo en la salida de una jugada con la incertidumbre de la página en blanco y se lanzan a la aventura. Chocan y caen. Pero se levantan y siguen. Eligen la gambeta con las dudas de una metáfora. Patean y luego con las uñas pintadas, golpean las teclas. Gritan el gol, y cierran el cuento. Ya está. El éxito es una forma de felicidad, en la mezcla de las pasiones del futbol y la paleta tan amplia de lo literario.

Ahora, con la mirada fija en el techo, piensan en el próximo partido y en contar un pequeño tramo de sus vidas. Ni del árbitro o los lectores, esperan benevolencia. Son jugadoras de verdad y lo que aman es el riesgo.